Ahora que estamos viendo la argumentación, conviene detenernos un momento sobre las falacias. Denominamos falacias a los argumentos que presentan una apariencia válida pero que se basan, en realidad, en un razonamiento erroneo. De entre los muchísimos tipos de falacias que aceptamos o que usamos a diario voy a destacar unas pocas.
En primer lugar, consideraremos las falacias formales, que tienen que ver directamente con el modo de plantear el razonamiento. De ellas, podemos destacar algunas, que explicaré en clase:
- Afirmación del consecuente.
- Negación del antecedente.
- Silogismo disyuntivo falaz.
En segundo lugar, nos dentendremos sobre las llamadas falacias informales. Destacaremos entre ellas:
- Post hoc, ergo propter hoc.
- Pregunta compleja o sesgada.
- Tu quoque.
- Argumento ad ignorantiam.
- Argumento ad hominem.
- Argumento ad baculum.
- Argumento ad antiquitatem.
- Argumento ex populo.
Estas resultan quizá más interesantes por su relación con los sesgos de percepción, que comentaré en clase. Algunas de ellas nos pasan desapercibidas, de modo que no son ya un argumento engañoso que planteamos conscientemente, sino un error de percepción en el que creemos sin cuestionarlo. Aprender a reconocer estas falacias no solo nos lleva a argumentar o debatir mejor, sino a pensar mejor y a elegir de forma más consciente y libre. Aunque, como me dijo el amigo que me planteó todo esto "recuerda: el mayor sesgo es pensar que no tenemos ningún sesgo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario