jueves, 22 de septiembre de 2016

Para segundo de la ESO: textos para ejercicios.



La pequeña puerta se abre.

Mercedes: Eh.

Enrique se acerca a mirar.

Enrique (sin dar crédito): No os lo vais a creer...

Saca cuatro sombreros. Un sombrero de torero, uno de payaso, un sombrero de copa y una mitra de obispo.

Enrique (saca un sobre del buzón; lo lee): «Pónganse un sombrero cada uno, después abran el sobre.»
Fernando: ¿Nos debemos poner estos sombreros?
Enrique (mostrando el sobre): A mí no me mires.
Fernando: Por favor...
Carlos: Pero, ¿por qué?
Enrique: Eso es lo que debe explicar el sobre, pero primero nos los hemos de poner.  
Mercedes: ¿Cualquiera?
Enrique: Eso parece.
Fernando: ¡Surrealista! ¡Lo encuentro surrealista!
Enrique: Bueno... No nos lo pensemos más.

Enrique coge el sombrero de copa y se lo pone. Mercedes coge el de payaso. Carlos, el de torero. A Fernando le queda el de obispo. Sin mucho entusiasmo, lo coge y se lo pone. Se miran, cada uno con su sombrero puesto.

Fernando: Os pido un favor. Si algún día nos encontramos fuera de aquí, hagamos como si esto no hubiese pasado nunca.
Enrique: Leo. (Enrique abre el sobre y lee.) Ah, muy bueno. Yo ya he jugado a eso.
Fernando: Venga, por favor…
Enrique: «Ustedes son los únicos ocupantes de un avión en llamas que está a punto de estrellarse. Un payaso, un torero, un obispo y un político. Sólo tienen un paracaídas. Deben defender delante de sus compañeros por qué su personaje es el que merece utilizar el paracaídas y salvarse.» Está muy bien. Yo jugué en una convención.
Carlos: Parece uno de aquellos chistes de un francés, un alemán y un español...
Enrique: En aquella convención había una chica que hacía dinámicas de grupo y jugamos a una cosa casi igual. Pero nosotros estábamos en un globo y los personajes no eran exactamente los mismos. Lo que debíamos hacer era decidir a ver quién saltaba, porque el globo estaba perdiendo altura y no nos quedaba lastre para lanzar, y uno de los personajes debía saltar, y discutíamos a ver quién era el menos importante.  Fue muy divertido. Yo era...
Fernando: Perdona...perdona que te corte. Hay una cosa en la mecánica que no entiendo. Si nosotros somos los únicos ocupantes del avión, lo que me gustaría saber es quién estaba pilotando. Supongo que era el payaso, y por eso estamos a punto de jódernosla.
Mercedes (no le ha hecho gracia): Ja, ja.
Enrique: Lo que debemos hacer es discutir quién merece vivir. Quién es más importante para el mundo.
Carlos: Pues yo, de torero, lo tengo fatal.
Fernando: No quiero cortaros el rollo, pero recapacitemos un instante. Estamos optando a un cargo ejecutivo en una de las empresas más grandes del mundo. Miraos, por favor.
Enrique: ¿Qué pasa?
Fernando: No, nada. No pasa nada. Debe ser problema mío. Continuemos.
Carlos: ¿Qué hacemos, hablamos cada uno y después discutimos?
Enrique: Sí, ¿no?
Mercedes: ¿Me dejáis hacer una propuesta, antes? Entre nosotros hay un obispo. Un hombre de Dios. Un hombre que cree en la otra vida y que, además, valora la caridad y solo piensa en hacer el bien... Yo propongo que él, voluntariamente, se sacrifique por los demás y renuncie a utilizar el paracaídas. Me parece que sería una actitud muy cristiana.
Fernando: Tú, ¿de qué vas? Yo no me sacrifico por nadie.
Mercedes: Era una broma.
Fernando: Una broma... Ah, claro, como eres el payaso...

                                                   Jordi Garcelán, El método Grönholm.

No hay comentarios:

Publicar un comentario